sábado, 19 de septiembre de 2009

Biografia del V. M. Samael Aun Weor



BIOGRAFÍA DEL V.M. SAMAEL AUN WEOR Entre el estrepitoso tronar de los cañones de la primera guerra mundial, en Colombia, tuvo lugar un acontecimiento que traería singulares repercusiones en los tiempos venideros. En momentos que la tierra era sacudida por violentos terremotos, nacía Víctor Manuel Gómez Rodríguez ... era el 6 de marzo de 1917. Tal era el nombre profano de quién estaba llamado a revolucionar el ámbito de la ciencia, la psicología, la religión, la antropología, etc. - Samael Aun Weor es el nombre sagrado, de su Ser Interno. Este Maestro del Rayo de la Fuerza, es el fundador del Movimiento Gnóstico contemporáneo. Él nos relata en su libro LAS TRES MONTAÑAS, como fue su infancia: "No está demás aseverar solemnemente que nací con enormes inquietudes espirituales, negarlo sería un absurdo. ... Por esos primeros años de la vida en que uno aprende a caminar, acostumbraba sentarme al estilo oriental para meditar... Entonces estudiaba en forma retrospectiva mis pasadas reencarnaciones y es ostensible que me visitaban muchas gentes de los antiguos tiempos. Cuando concluía el éxtasis inefable y retornaba al estado normal, común y corriente, contemplaba con dolor los muros vetustos de aquella centenaria casa paternal donde yo parecía a pesar de mi edad, un extraño cenobita. Jamás he podido olvidar aquellos instantes en que alegre corría por los solariegos corredores de mi casa... Entonces me acaecía insólitos casos de metafísica trascendente: me llamaba mi padre desde el umbral de su recámara, yo le vía en ropas de dormir y cuando intentaba acercarme a él, entonces se esfumaba perdiéndose en la dimensión desconocida. Empero, confieso sinceramente que este tipo de fenómenos psíquicos me eran muy familiares. Entraba sencillamente en su alcoba y al verificar en forma directa que su cuerpo físico yacía dormido entre el perfumado lecho de caoba, me decía a mi mismo lo siguiente: ¡Ah! lo que sucede es que el alma de mi padre está afuera porque su cuerpo carnal en estos momentos está durmiendo. Por aquellos tiempos comenzaba el cine mudo y mucha gente se reunía en la plaza pública durante la noche, para distraerse observando películas al aire libre en la rudimentaria pantalla: una sábana bien templada clavada en dos palos debidamente distanciados... Yo tenía en casa un cine muy diferente: me encerraba en una recámara obscura y fijaba la mirada en la barda o pared. A los pocos instantes de espontánea y pura concentración se iluminaba espléndidamente el muro cual si fuese una pantalla multidimensional, desapareciendo definitivamente las bardas; surgían luego de entre el infinito espacio, paisajes vivientes de la gran naturaleza, gnomos juguetones, silfos aéreos, salamandras del fuego, ondinas de las aguas, nereidas del inmenso mar, criaturas dichosas que conmigo jugueteaban, seres infinitamente felices. Mi cine no era mudo ni en él se necesitaba a Rodolfo Valentino o a la famosa Gatita Blanca de los tiempos idos. Mi cine era también sonoro y todas las criaturas que en mi pantalla especial aparecían, cantaban o parlaban en el orto purísimo de la divina lengua primigenia que como un río de oro corre bajo la selva espesa del sol. Más tarde, al multiplicarse la familia, invitaba a mis inocentes hermanitos y ellos compartían conmigo esta dicha incomparable mirando serenamente las figuras astrales en la extraordinaria barda de mi obscura recámara...Fui siempre un adorador del sol y tanto al amanecer como al anochecer, subía sobre la techumbre de mi morada (porque entonces no se usaban las azoteas) y sentado al estilo oriental como un yoguín infantil sobre las tejas de barro cocido, contemplaba al astro rey en estado éxtasis, sumiéndome así en profunda meditación; buenos sustos se llevaba mi noble madre viéndome caminar sobre la morada ..."

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